ADULTOS

Adultos... ¿Qué es exactamente ser un adulto?
Cuando somos niños deseamos ser mayores para poder tener la libertad que tienen nuestros padres, pero... ¿acaso tienen libertad?

A los cinco años tus únicas preocupaciones son tener que madrugar para ir al colegio, hacer amigos nuevos y conservar los que tienes. Terminar la colección de pegatinas, ver la serie que tanto te gusta por la televisión y comer esas chuches tan deliciosas que tu abuel@ te da cuando te ve. El miedo más grande es que tu madre entre por la puerta y te ordene recoger la habitación que, con tanto ahínco, has revuelto.

A los 15, cuando la adolescencia llama a nuestra puerta, deseamos con muchas más ansias ser adultos. Tener la mayoría de edad y poder, así, tener todas las maravillas que nuestros padres poseen, (o que creemos que poseen). Aquí simplemente nos preocupamos por el amor de juventud. Por encontrar amigos fieles, subir nota en clase de historia o, al menos, ¡aprobarla! Llegar a casa y encontrarnos la comida de mamá en la mesa, caliente y sabrosa. Terminar los deberes a tiempo para poder salir a la calle y disfrutar del sol o lo que quede de él hasta caer la noche.
¿Acaso no eramos libres? Aun haber tenido el 100% del tiempo para nosotros, todos hemos llegado a repetir la frase "¡Quiero ser mayor!" más de una vez. ¿Por qué? De verdad, ¿por qué? No hay quien lo entienda.


Una vez terminamos los estudios, nos tratan como adultos por fin. Pero la realidad no es otra que la falta de libertad. Es cierto que ya nuestras preocupaciones no son hacer amigos, sino cuidar de tu familia, no es subir nota en clase, sino encontrar dinero, pero ¿por qué tenemos que agobiarnos tanto? Si cometemos un error, si un día nos dedicamos a descansar, si nos comportamos como antaño lo hacíamos, ¡nos miran mal! ¿Esas son las maravillas que tanto veíamos de niños? ¿Eso es, en definitiva, ser adulto?
Es curioso, la verdad. Cuando eres niño deseas ser mayor para tener libertad y no te das cuenta que es ahí cuando la tienes. Crecer es ir perdiendo, poco a poco, esa libertad tan deseada. ¿Vale la pena querer ser adulto?